La voz de las mañanas

El viernes 8 de abril, tras más de 55 años de carrera radial, se despidió del dial el gran Julio Villegas. Fue la última emisión de "A las seis Villegas", programa que hacía en radio El Espectador, imponiendo un estilo en las mañanas -casi las madrugadas- de la radio uruguaya. Desde hacía 41 años que ese horario era suyo, primero en Sarandí, luego en El Espectador. Se adueñó de él con un ritmo y estilo que hoy a muchos puede resultar lento o "pasado de moda", cosa que al principio me pasó pero con el tiempo me di cuenta de que ese era el estilo ideal y hasta necesario para arrancar una jornada tan temprano. Don Julio impuso una estructura con espacios que se volvieron emblemáticos, como "La hora del quiosco" o "La radio-agenda". Con el primero logró no sólo informar los titulares de los diarios, sino también "guiar" a la audiencia en el manejo de sus tiempos dado que era puntual en su realización. Con el segundo armó una cartelera de eventos culturales y actividades que por lo general quedan fuera de la consideración de los medios, pero que interesan y mucho a un determinado tipo de audiencia que siempre se la agradeció. Y hablando de la audiencia, sin duda que Villegas creó un séquito de incondicionales que el viernes 8 saturó las línea telefónicas de El Espectador, llenó la casilla de correo electrónico y sumó muchísimos mensajes de texto. Hubo hasta llamadas al aire de anónimos oyentes -alguno conocido también- que dejaron en claro por qué Villegas estuvo medio siglo al aire, por qué se lo va a extrañar tanto y por qué su voz ha acompañado a varias generaciones. En mi caso, fue una especie de legado generacional. Mi madre lo escuchaba en Sarandí y yo seguí con esa costumbre en El Espectador. Y le agradezco ese legado porque conocí a un comunicador muy particular, de gran calidad humana y profesional, que me faltará en las mañanas. Fue emotivo su adiós y será emotivo también prender la radio el lunes y no escuchar su voz. Y esta vez no será por unas merecidas vacaciones, sino por un retiro, merecido también pero que, siendo un poco egoísta, nos dejará a miles y miles sin una sana rutina y estimulante compañía matinal. Se lo va a extrañar Don Julio, no lo dude ni un instante.

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