Respetuosos... ¿quiénes?
En las funciones de cine de MovieCenter pasan una simpática animación con todas las reglas que hay que respetar dentro de la sala: silenciar el celular, no consumir alimentos no autorizados, colocar la basura en los recipientes dispuestos para ello, y no sacar fotos ni filmar. En la última función que estuve, dos grupitos de adolescentes estaban tomándose fotos en la sala. Empezó la película y una madre y su hija no interrumpieron nunca la tarea de enviar mensajes por celular y navegar por Internet. Y al finalizar la función, bolsas y cajas de pop quedaron tiradas por el piso sin que ningún espectador se tomara la molestia de llevarlas a un basurero. Los pedidos del simpático macaquito de la animación inicial fueron ignorados totalmente, aunque se aclaraba desde el principio que esas reglas eran para respetar al otro. Una utopía cada vez más extendida en este país que se dice solidario y sigue viajando con mochilas colgadas en sus espaldas en los ómnibus, aunque esté prohibido; que ha vuelto a sacar a hacer las necesidades a su perro por las calles sin recoger lo que su can deja en la vereda; que sale con esos mismos perros sin correa ni bozal (cuando es obligación si son peligrosos) porque total nadie pena esa falta; que revuelve contenedores dejando toda la basura fuera de ellos; que consciente que los carritos sigan circulando por las avenidas aunque no esté permitido y sea gran responsable del enlentecimiento de un tránsito cada vez más congestionado. Si cada vez se permiten o dejan pasar más cosas prohibidas por ley o por reglas escritas, ¿cómo puedo pretender que una simpática animación de cine vaya a ser respetada? Ilusa de mí.
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