Ni esconder ni bombardear
Muchas cosas se han escuchado esta semana referente a los incidentes en el partido clásico de la Copa Antel. Respecto a lo que siempre analizo en las columnas, el disparate más grande fue el que le escuché al Director Nacional de Deporte, Ernesto Irurueta, que pidió prohibir la difusión de imágenes de peleas en espectáculos públicos en medios de comunicación, sea en directo o en diferido. O sea, pidió censura. Con ese criterio, que dejen de emitirse imágenes de robos, accidentes, guerras... y así podríamos seguir al punto de no permitirle al ciudadano libre y dueño de ver lo que quiera, acceder a mucha información que a cada uno le toca juzgar de acuerdo a su real saber y entender. No estando de acuerdo con lo que para mí sería censura, tampoco apoyo el otro extremo: repetir hasta el hartazgo, en cámara normal, lenta y demás, una y otra vez las mismas imágenes. Eso creo que magnifica aún más lo que ocurrió, que ya es grave de por sí, pero que reiterado tantas veces y todos los días de la semana, en varios horarios, adquiere una dimensión que tampoco es real. Si a eso le sumamos la "brillante" idea que tuvieron noticieros como "Telenoche" y "Subrayado" de armar informes con líos clásicos de otras épocas, buscando incluso que, para que cerrara la teoría de que todos los clásicos de verano terminaron mal, se recurre al lío que hubo entre un grupo de hinchas a cinco cuadras del Estadio Centenario en uno de ellos, la cosa se pasa para el otro lado. Lo del clásico de la Copa Antel fue grave, bochornoso como lo calificaron varios, pero tampoco fue la manifestación de violencia más extrema que se ha podido ver en un evento deportivo o no deportivo. No exageremos. Los medios de comunicación deben mostrar lo que sucedió sin esconder nada, pero tampoco deben de contribuir a sobredimensionar la realidad. Sé que la objetividad no existe, pero los comunicadores deben tratar de acercarse lo más posible a ella. Y así como una mentira repetida mil veces se vuelve verdad, imágenes reiteradas hasta el hartazgo dan una sensación de realidad que no es exacta. Ni prohibir la emisión de imágenes, ni sobrecargar la pantalla de ellas más de lo que es necesario para enterarse de lo que ocurrió y cada uno sacar sus conclusiones. Para mí hay un camino del medio y creo que el sentido común nos permite a todos identificar cuál es.
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