Lo bueno viene en la nuevas formas de ver TV

Me acabo de incorporar a la legión de seguidores de "House of Cards". Ya vi la primera temporada y empecé a ver la segunda. Realmente es excelente. Un producto redondo: guión ingenioso, realista y, en muchas cosas, nada predecible; un elenco a la altura, en el que me sorprendió gratamente Robin Wright, merecido Globo de Oro a Actriz de Drama en TV, ya que Kevin Spacey es difícil que esté mal en algo; un cuidado estético impecable; una dirección en la que se lucen David Fincher y compañía. Una serie estupenda que se suma a otra que también me atrapó este año, como "True Detective", con Matthew McConaughey confirmando un gran año que seguramente se corone el próximo fin de semana con el Oscar a Mejor Actor por "Dallas Buyers Club" y en setiembre próximo con un, hasta ahora, merecido Emmy por la serie de HBO. Woody Harrelson también está impecable en un thriller oscuro, envolvente, cambiante en cada episodio sin salirse de la lógica, bien actuado y filmado. Se espera con ansiedad cada semana, a diferencia de "House of Cards", que por su lógica de emisión (en Internet por Netflix), se puede devorar de una sola vez. En cualquiera de los dos casos uno entiende por qué muchos actores de cine se están corriendo para la televisión, medio en el que últimamente están apareciendo los mejores productos. No es solo por la seguridad de un sueldo mensual, sino también porque la creatividad, la calidad y el riesgo en las historias parece que ha pasado a ser potestad de la pantalla chica. De todos modos, hay diferencias entre lo que emite el cable y ahora Internet, con lo que se ve en la TV abierta. Está claro que las mejores cosas están apareciendo en el cable ("True Detective", "Game of Thrones", "Homeland") y en Internet ("House of Cards", "Orange is the new black"), mientras que en la televisión abierta hay un poco de todo y bastantes tropiezos. Por nombrar uno, "The Following" que, si bien en los primeros capítulos de la segunda temporada parecía remontar respecto a la primera, vuelve a caer en varios disparates de guión en los que, una vez más, el FBI cae mal parado. Eso, sin entrar a analizar lo poco creíbles, básicos o artificiales que son muchos de sus personajes. Lo lamento por Kevin Bacon, un buen actor atrapado en un producto que deja bastante que desear pero con el que, como muchos conocidos han admitido, uno se engancha por lo bizarro y sigue viéndolo. Volviendo a lo que realmente vale la pena destacar, quiero aplaudir el riesgo y las buenas ideas que representan "House of Cards" y "True Detective". Afortunadamente existen y mantienen vigente a un medio como la televisión, aunque sea en sus modalidades más nuevas y menos -por ahora- masivas, como son el cable e Internet. Lo bueno no ha desaparecido, solo ha emigrado a otros lugares y hay que saber encontrarlo.  

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