Una imagen de la mujer difícil de aceptar
Esta semana vi en función de prensa la película turca "Mustang". Comienza con cinco hermanas adolescentes, de entre 12 y 16 años, que el último día de clase deciden ir con un par de amigos a festejar el comienzo de las vacaciones bañándose en el Mar Negro. Lo hacen vestidas, con sus uniformes escolares o liceales (camisa y pollera igual que cualquier liceo o colegio uruguayo), pero cometen el "pecado" de montarse a caballito de los chicos para jugar a tirar a un oponente. Como ocurre en toda playa un día de verano. Las ve una habitante del pueblo del norte turco en el que viven, se lo cuenta a su abuela y tío (son huérfanas) y comienza el calvario: son acusadas de actos obscenos, la casa se convierte en una cárcel -con rejas y todo-, y empiezan las clases aceleradas para transformarlas en esposas y colocarlas con chicos disponibles lo antes posible. La película transcurre en este siglo XXI y no inventa nada. Pasa en Turquía. En esa Turquía de la que hoy nos llegan telenovelas que veneramos. En Uruguay, he llegado a escuchar que las miran porque les gusta el lugar que le dan a la mujer. Sherazade terminaba enamorada del hombre que le pagó para acostarse con ella, Fatmagül debe casarse con un integrante del grupo de amigos que la violó y del que también termina enamorada, y Sila es vendida a una familia para pagar una deuda y terminará seguramente enamorada del hombre con el que debe casarse por obligación. ¿Ése es el lugar que se les da a las mujeres que le gusta a los televidentes uruguayos? ¿En serio? No dejo de sorprenderme. Puedo aceptar que una de las tres novelas cuente algo así, pero que las tres denigren a la mujer de esa forma marca un patrón. No soy feminista, lo cual no quiere decir que acepte que la mujer sea una cosa, un objeto comercializable, una esposa en potencia... y no más que eso. Me dirán que Sherazade era una arquitecta exitosa. Sí, pero lo que se imponía en "Las mil y una noches" era otra cosa. Ya he dicho más de una vez que no entiendo el éxito de las telenovelas turcas. Espero que se trate de una moda pasajera, de una novelería o, al menos, que sirva para que de este lado del mapa nos demos cuenta de la realidad en la que viven las mujeres de ese país. Sean cinco adolescentes comunes y corrientes, sea una arquitecta o una campesina, o sea la rica heredera de una familia, todas ellas tienen marcado el mismo destino: servir al sexo opuesto y a salvar las apariencias aunque eso signifique su infelicidad. Me rechina ver que eso es lo que se ofrece cada noche en la TV uruguaya como un buen programa para culminar la jornada.
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