Cuando a veces solo basta con una escena

Se terminó "El Maestro", una de las mejores series del año, y el último capítulo estuvo a la altura de las circunstancias más allá de una trillada escena final que hemos visto en demasiadas películas. Igual, basta con Julio Chávez para que todo sea diferente. Y en tal sentido es altamente recomendable y para guardar y ver de tanto en tanto, la escena en la que el personaje del actor argentino, Prat, define lo que para él es ser un maestro. Deja bien en claro que, si bien es fundamental contar con un maestro para poder avanzar en una disciplina, sin la voluntad o predisposición del alumno nada sirve. Es el alumno el que le da valor al maestro, dejándolo entrar o abriéndose a sus enseñanzas. Prat remarca que el maestro no está en ningún pedestal y que todo radica principalmente en el que aprende. Ese parlamento es genial, responsabilidad de guionistas talentosos como Romina Paula y Gonzalo Demaría, que un actor excepcional como Chávez eleva a la altura de escena para encuadrar y atesorar. Como también el momento en que su personaje se entera de la muerte de su ex Paulina (Inés Estévez), lo que hace el actor allí es otra demostración de talento y sensibilidad. Prat está diciendo una cosa, pero en realidad está exteriorizando otra, un dolor extremo que disimula con una queja de la forma elegida por el médico para dar la noticia. A veces las ficciones dejan por el todo que ofrecen, el conjunto; otras veces lo hacen por algunas escenas puntuales. En "El Maestro" valen las dos opciones, lo que confirma que es perfecta por donde se la mire. La recomiendo con mucha fuerza pero, si solo tiene tiempo para un par de escenas, busque esas dos y habrá aprendido algo.

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