Gallos y piratas en una serie brillante
No hay como las producciones de Sebastián Ortega para retratar los mundos marginales o vinculados a la delincuencia. "Okupas", "Tumberos", "El marginal" son apenas algunos ejemplos de lo muy bueno que ha hecho. Por ese camino transita "Un gallo para Esculapio", una excelente serie estrenada en 2017 con dirección de Bruno Stagnaro ("Pizza, birra, faso"), otro especialista en estos universos. En este caso, el submundo de las riñas de gallo mezclado con el de los piratas del asfalto es lo que aborda la ficción que se viera por Telefé y TNT. Pero Ortega y equipo (Underground) no se quedan en la marginalidad bien retratada, sino que la usan como un escenario y contexto para contar siempre una atrapante historia con varias puntas: el policial, el drama, la violencia en sus distintas expresiones, la discriminación. El protagonista es Nelson, un joven de Misiones que llega a Buenos Aires a encontrarse con su hermano y entregarle un gallo de riña. Nelson nunca encuentra a Roque, pero sí empieza a toparse con un mundo desconocido que comienza a ayudarlo pero también a captarlo para sus actividades fuera de la ley. Un lavadero de autos es pantalla para una banda criminal que puede llegar a matar. Peter Lanzani confirma acá lo que ya estaba haciendo muy bien en producciones como "El clan" (cine), entre otras. Su composición del misionero aparentemente ingenuo que poco a poco y sin quererlo empieza a escalar posiciones y respeto en la banda de los piratas es absolutamente convincente. Todo eso potenciado por los duelos actorales que entabla con el enorme Luis Brandoni, como Chelo Esculapio, el jefe de la banda que lejos de presentarse como una figura dura, adopta una postura paternal con Nelson en compensación de la que no puede tener con el desastre de su hijo "Loquillo" (muy bien Ariel Staltari, también guionista). Y terciando por allí anda otro pez gordo, Luis Luque, un actor que sabe mimetizarse en cada personaje e inventarle un look y forma de ser particular, casi sin repetirse. El elenco femenino también es muy bueno, con Eleonora Wexler componiendo a una madre soltera que ha debido revolverse para mantener a su hijo, pero que está lejos de ser una "pobrecita", es una mujer que lo que menos quiere dar es lástima. Julieta Ortega encarna otro gran personaje, como esa esposa bastante fina como para ser la esposa de Chelo, pero nada tonta. Y la gran revelación que ya viene siendo Andrea Rincón, en un papel hecho a la medida de lo que la actriz proyecta según lo que se conoce de su trayectoria y vida personal (son datos que no se pueden desconocer). "Un gallo para Esculapio" tiene nueve capítulos que no cierran la historia por completo, sino que la dejan abierta para una segunda temporada en la que no estarán personajes claves, por lo que deberá encontrar nuevos para volver a conquistar. La primera temporada ya fue reina en la entrega de los premios TATO (productores): Programa del Año, Producción del Año, Ficción Unitaria, Actriz y Actor Protagónicos (Wexler y Lanzani), Actor de Reparto (Luque), Dirección de Ficción (Stagnaro), Guión Original, Dirección de Arte, Fotografía y Edición. A las segundas partes siempre les cuesta más, pero en esta producción está todo dado para que el nivel se mantenga y haya más sorpresas. Porque Underground sabe como recurrir a ese mundo "border" para, sin faltarle el respeto ni discriminarlo, usarlo para presentar una historia creíble, muy bien contada y atractiva para el espectador. Lo básico, creo yo.
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