Woody Allen, el creador, no falla
No voy a entrar en el tema de si Woody Allen es o no culpable de todo lo que se lo acusa. Sigo intentado ver su obra despojada de ese contexto. No sé si está bien. De todas formas, los dos productos a los que quiero referirme fueron estrenados mucho después de que Dylan Allen acusara a su padre de abusar de ella, si bien en las últimas semanas el tema fue puesto nuevamente sobre la mesa por ella. Quiero hablar de "La rueda de la maravilla" y de "Crisis en seis actos", la más reciente película del director, y la serie que escribió, dirigió y protagonizó para Amazon, respectivamente. Ninguna de las dos, película y serie, son de lo mejor que se ha visto de Allen. Pero hay algo en lo que mucha gente coincide: aún lo más o menos -o incluso lo malo- del realizador está por encima de la media de todo. A casi todo le cabe la calificación de "bueno", y basta saber que un producto es de Allen, para elegirlo porque uno se asegura que no va a pasarlo mal ni perder el tiempo. "La rueda de la maravilla" tiene a una Kate Winslet increíble, que se roba la película como una mujer de vida aburrida en los años 50, a la que la llegada de la hija de su pareja y un romance con un hombre más joven, inyecta algo de emoción a su existencia. Es muy probable que Winslet haya sido víctima de los escándalos de Allen, no pudiendo acceder a ninguna nominación en la actual temporada de premios. Alguna que otra se merecía. En cuanto a "Crisis en seis actos", es una muy simpática comedia que se consume muy rápido porque son apenas seis capítulos de poco menos de media hora cada uno. Allí Allen mezcla la cotidianidad de un matrimonio de años bien a su estilo, con una historia de tipo policial en la que una joven revolucionaria de los años 60 termina escondiéndose en la casa de los protagonistas. Las discusiones de ésta (Miley Cyrus) con el personaje de Allen son imperdibles, con jugosos diálogos en los que ella denosta todo el sistema capitalista mientras no deja de comer y tomar todo lo que encuentra en la casa: consume y consume mientras habla y habla contra el consumo. Imperdible el último capítulo en el que, sin spoilear, se puede decir que a modo de una comedia de enredos coinciden en la casa dos parejas de padres con hijos que se van a casar, empleados del gas, dos revolucionarios y un muy divertido club de lectura con integrantes muy entradas en años. Para reírse a lo Allen. La serie no es brillante, pero es muy buena, con capítulos muy divertidos, elenco perfectamente elegido, y mensajes filosos o llenos de ironía. A pesar de los años, Woody Allen sigue siendo una opción segura para pasarla bien sin miedo a perder el tiempo o la plata de alguna entrada.
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