Ajustarse a los horarios... una rareza

El cambio de hora uruguayo nos afecta a los que nos gusta ver TV cable. Porque todo empieza una hora después y las películas de las 22 horas, que son las destacadas del momento, empiezan a las 23 horas y ya no es lo mismo. Si te levantás temprano al otro día, se complica, ya sea porque dormís poco o porque estás tan cansado que te dormís viendo la película, la serie o el programa. Pero ese no es un problema de las señales de cable, a las que poco les interesa que haya un pequeño país en Sudamérica al que en octubre se le ocurre adelantar los relojes. Pero lo que tiene de bueno es que como la TV cable respeta a rajatabla sus horarios, se puede programar el DVD, video o lo que se tenga, y dejar grabando el programa elegido. ¿Imaginan poder hacer eso con la TV abierta? Imposible. ¿Por qué? Porque nada empieza a la hora fijada. La cosa se empieza a descalabrar después de los informativos, que se extienden más allá de lo previsto, entonces, como en un efecto dominó, todo se corre en horario y, cuando se quiere acordar, pasó una hora y el programa esperado aún no comenzó. Eso se llama falta de respeto al telespectador y no sólo por un tema de grabar un programa, sino también por querer ver un determinado programa en el momento y darse cuenta de que nunca empieza a la hora anunciada. Y tampoco lo hace diez, quince o media hora más tarde, sino una hora o más después de lo previsto. Así corren a la audiencia. Quienes pueden, huyen a la TV cable, aunque todo empiece más tarde por el cambio de hora local.