Un Uruguay lindo de ver
El cine es antes que nada un pasatiempo. Que se ocupe de la realidad o cuente historias lo más cercanas a la vida misma posible, es una opción, pero no una regla. Es en el cine -o en cualquier ficción de TV- que el espectador se permite volar, soñar, creer que algunos imposibles son posibles. Por eso es bueno que el cine nacional, de vez en cuando, se anime a ubicar sus historias en un Uruguay optimista, lindo de ver, deseable para vivir. Es lo que ocurre con "El Ingeniero", la última película de Diego Arsuaga, en la que el director elige contar su historia con lindos y atractivos paisajes como escenario. Se ve un país luminoso, verde, lindo, limpio. Algo similar a lo que ocurría en su anterior película, "Corazón de fuego" (la de la locomotora y los tres viejos que querían salvarla). Y eso no es negar la realidad. No es negar que en Uruguay predomina el paisaje gris, las calles sucias y el bajón; es reconocer que también hay otro Uruguay un poco más esperanzador. Máxime si la película no tiene por qué transcurrir en un paisaje estrictamente apegado a la realidad o dialogar con ella, como sí se puede aceptar en "La demora", por ejemplo. A lo que voy es que me gustaría que, sin abandonar ese cine con los pies en el día a día, en este país también se intentara desarrollar un cine más optimista, más lindo de ver, más apartado del documental. Se viene de estrenar la comedia argentina "Dos más dos" en la que, más allá de un guión inteligente, se puede apreciar un cuidado en lo artístico que demuestra, una vez más, que los argentinos están varios pasos adelante nuestro en muchas cosas. Es una comedia que busca la diversión y la reflexión por el lado del humor, por lo que los escenarios pueden permitirse ser lindos, visualmente atractivos, porque la historia lo permite. No se trata de "Elefante blanco", por ejemplo, que demanda otra cosa. Las películas uruguayas deberían permitirse eso. Cuando la historia viene de apego a una realidad gris, nostálgica, triste, está bien que el escenario la acompañe de la misma forma; pero si la historia permite rescatar escenarios luminosos, agradables y más tentadores, está bueno que lo haga y que muestre que hay otro Uruguay, que no todo es un bajón. "El Ingeniero" lo entendió y aprovechó, construyendo una película que no sólo es muy buena en su guión y sus actuaciones, sino que también deja al espectador sintiendo que nuestro país puede ser tan acogedor como muchos otros.
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