Mirar, aprender y no quejarse
Vino Martín Bossi a Montevideo y lo que, en principio, iban a ser tres funciones de "El Impostor Apasionado", terminaron siendo cinco. Y no dudo que si agregaban más, llenaban más, aún sabiendo que el artista argentino ya presentó ese espectáculo en Montevideo y Punta del Este anteriormente. Las entradas eran caras, pero bien valían su precio porque esta vez Bossi trajo todo: la banda, los bailarines, las pantallas gigantes, las luces. Digo "ahora" porque tengo entendido que, por lo menos en Punta del Este, no pudo hacer su show con el mismo despliegue con que lo hace en Buenos Aires. Los artistas argentinos suelen venir y cobrar precios exhorbitantes por el simple hecho de "cruzar el charco" o ser argentinos. No es éste el caso, Bossi realiza un espectáculo impecable, unas imitaciones perfectas (Ricky Martin, Cacho Castaña, Joaquín Sabina, Fito Páez, Andrés Calamaro, Charly García), tiene un partenaire a la altura (Manuel Wirtz), y cierra con una emotiva imitación -despojada de vestuario- de Sandro, además de un monólogo que deja un mensaje sobre su condición de artista. Es decir, al final se libera de las máscaras y es Martín Bossi desnudo ante el público. Más de una ovación de pie, teatro lleno y gente pidiendo más, confirman que Bossi no es un simple argentino que cruza el charco. Es un artista con todas las letras a los que muchos deberían mirar por estos lares y no quedarse en la chiquita de decir que los van a ver "porque son argentinos" y cobran eso "porque son argentinos". En Uruguay hay muchos artistas con talento, pero ya sea por la moda eterna del stand up o por la realidad de que acá es muy difícil contar con recursos, se quedan en la austeridad, en la apuesta corta, y el espectáculo chico y modesto. A veces se justifica y entiende, otras el "no se puede" es la excusa perfecta. Está comprobado que si el espectáculo es bueno, el público responde. Y si no lo hace de entrada es porque está acostumbrado a que lo nacional sea la queja y el dedo acusador para lo que viene de afuera. Lo de afuera no es todo bueno, es cierto, pero si es parecido o cercano a lo que mostró Martín Bossi en El Galpón, vale la pena pagarlo... y hasta empezar a imitarlo para que la escena nacional se enriquezca.
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