Sherazade y Anastasia son el personaje de siempre

Aunque se diga que "Cincuenta sombras de Grey" muestra la liberación femenina en materia de sexo y que "Las mil y una noches" tiene una heroína moderna, tanto Anastasia como Sherazade, sus protagonistas, no hacen más que repetir el eterno papel de la protagonista de novela rosa: la chica buena, noble, bien educada y de buena familia que se enamora de un tipo dañado, defectuoso y frío al que cambia gracias al amor. Anastasia se somete al sadomasoquismo sexual que le propone Christian Grey, pero solo un ratito y porque piensa que es la puerta para entrar a su corazón y cambiarlo. Quienes leyeron los libros saben que la cosa sigue y evoluciona como toda novela rosa, incluido su final (no leí los libros, pero me los contaron). Sherazade acepta acostarse con su jefe para salvar la vida de su hijo, pero aunque al principio rechace de plano la actitud de Onur, está claro que se está enamorando conforme pasan los días y que ya logró que ese hombre deje de pensar con recelo de las mujeres. Adivinar el final de la novela -no lo sé- no exige un ejercicio de imaginación demasiado arriesgado. Así que rasgarse las vestiduras defendiendo "Cincuenta sombras de Grey" como un triunfo de las mujeres en materia de sexo, me parece un poco demasiado. Quizás las mujeres se animen más a que el sexo aparezca más en la clásica historia de amor, y no en su forma más tradicional o aceptada, pero no deja de ser la clásica historia de amor. O quizás acepten que el amor comience con una situación más cercana a la prostitución, aunque el dinero sea para salvar la vida de un hijo. Es decir, el punto de partida puede haberse modernizado o "ensuciado" un poco, pero el fondo y lo que sigue es lo de siempre: chica buena cambia a chico malo y viven felices comiendo perdices. Nada ha cambiado, lo distinto es que viene en un envase adaptado a los tiempos que corren.

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