Me gustaría que fueran al cine a ver cine

Fui al cine y me encontré con una situación de la que ya me he quejado, pero lamentablemente es cada vez más normal. Por un lado, una espectadora que miró más el celular que la película, y por otro, un grupo de chicos que hablaron más de lo necesario. Me corrijo. La espectadora nunca dejó de mirar su celular y, si alguna vez lo hizo, fue para comer pop mientras el dispositivo alumbraba toda la sala porque su luz seguía prendida. No sé si en algún momento miró la pantalla de cine. No es que la película la aburrió, sino que jamás le prestó atención. Y en cuanto al grupo de chicos también me corrijo: no es necesario hablar cuando se está en el cine, es más, es preferible, por respeto al resto de los espectadores, no hacerlo. Igual no se portaron tan mal como las chicas de una función del día anterior, que hasta selfies con flash se sacaron en medio de la película. El respeto se ha perdido totalmente y cada vez cuesta más ver cine en las salas por este motivo. Quizás ya no se atienda el teléfono en medio de la proyección tanto como antes (aunque sigue pasando, de apagar el teléfono ni hablar), pero sí se usa el teléfono para todo lo demás: mandar mensajes, navegar, consultar Facebook y Twitter, sacar fotos. Lo que menos se hace es ver la película y, como ya dije, no responde a que el material sea aburrido porque la cosa empieza desde los cortos y sigue hasta el final. Pero está claro que quejarse no es viable, el desubicado o antipático es el que pide silencio o que apaguen el celular. Y falta el broche de oro: algunos, por hacerse los graciosos o sentir que fueron al cine por algo, aplauden al final (no estaría mal si respondiera a que realmente les gustó el film). Es como el cierre perfecto de un chiste molesto del que solo se ríe el que lo cuenta, cuando nadie le solicitó que lo hiciera. Yo solo pido ver la película, pero me he dado cuenta de que eso es cada vez más difícil y complicado. Una pena.

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