No hay caso, es un genio
Improvisado o no improvisado, sujeto al minuto a minuto o no, lo que hizo Marcelo Tinelli en el programa en el que debía bailar Charlotte Caniggia demostró una vez más -y van...- que el hombre es un genio. Si tiene que ser conductor, es conductor; si debe transformarse en comediante, se transforma; si tiene que desaparecer y dejar que el escándalo se imponga, pero sin mancharse, lo hace. Más allá de que muchos digan de que está al servicio del rating, cosa que es cierto y más que lógica (¿quién hace TV para que nadie lo vea?), está al servicio del público y lo que éste le pide. Si rinde estar una hora y media con uno de sus participantes/personajes, salir del estudio, subirse a un ómnibus y terminar en una gran fiesta electrónica o maratón gay, lo hace sin que importe en lo más mínimo que el baile de competencia haya sido el gran ausente de un concurso de... baile. Además, demuestra también cómo puede convertir a un personaje hasta el momento condenado al fracaso, en una figura imprescindible para el programa. Porque el destrato que recibió la hija de Mariana Nannis en su primera presentación del grupo de vivos y eruditos de la geografía y del saber argentino que componen el jurado, parecía indicar que la chica tenía poca vida en "Bailando por un sueño". Hoy no sólo hace subir el minuto a minuto y genera expectativa para otra fiesta similar la siguiente semana, sino que esos mismos que la destrataron la primera vez, la segunda le dicen por poco que es la razón de que el programa se mire, que tiene un ángel especial, que es distinta al resto de los participantes en el sentido de que es mejor a todos los demás... En fin, Tinelli cambió la pisada porque sabe cómo hacerlo y cómo sacar provecho de los castings que hace para elegir a sus participantes. Mención aparte merecen las críticas que le llegaron de programas chimenteros porque a pocas horas de la muerte de su amigo Juan Alberto Badía estaba metido en medio de una alocada fiesta. Tinelli hizo su duelo personal, suspendió su programa el día en que su amigo y mentor falleció... ¿qué más querían? Es un sentimiento personal que no debe -aunque sea imposible- interferir en su profesión, que en este caso es conducir un programa de entretenimientos. No se trata de "el show debe continuar", se trata de que la vida continúa y Tinelli ha llegado a un sitial en el que se debe a mucha gente, gente que espera que la divierta cada noche. Entiendo que el tema pueda ser discutible, lo que no entiendo es que lo plantee gente, como Viviana Canosa, que está al frente de programas que no hacen otra cosa que estar pendientes de la vida personal de los famosos, enchufándoles micrófonos y cámaras al segundo de sufrir una desgracia. ¿Sacan provecho del dolor ajeno y juzgan cómo los demás viven un duelo? ¿No es un poco demasiado?
Comentarios
Publicar un comentario