La borrachera como gracia
La columna de Leonardo Haberkorn sobre el libro "Hasta la última gota", la vida de Fabián O'Neill, de Federico Castillo y Horacio Varoli, me hizo repensar mi primera impresión respecto al libro. Coincido con Haberkorn en que está muy bien escrito y que sus autores hacen un buen trabajo, pero también coincido con Haberkorn en que se pone demasiado el foco sobre un problema, al parecer sin solución, del protagonista: su alcoholismo. Es triste ver que el ex futbolista no puede salir de esa enfermedad, pero más triste aún es ver como una cantidad de programas de televisión lo han ido a buscar para destacar el hecho más como una gracia que como un aspecto que merecería otro tipo de atención. Es lo que dice Haberkorn y yo agrego que ocurre no solo con O'Neill, en este caso un famoso, sino con varios anónimos a los que se muestra en pantalla por el simple hecho de estar bien borrachos. Esa es la razón por la cual están en un determinado programa de TV. Me vienen a la mente dos casos puntuales: Sebastián Beltrame en "En foco" (o sus compañeros de programa) y Rafa Villanueva ahora en "Súbete a mi moto" (pero antes fue en otros programas). Parte de la gracia o espacios de esos programas están destinados a recorrer boliches o lugares de fiesta en busca de gente tomada y hacerlas decir o hacer cosas ante la cámara. Por supuesto que el conductor es el vivo que se ríe de ese estado del que las "víctimas" no son conscientes, al menos en ese momento. Una vez, puede estar bien y resultar gracioso. Más de una o varias por programa, preocupa y alarma. Incluso hasta me parece que es más grave que el caso O'Neill, porque éste es motivo de notas porque es "un jugador de fútbol famoso que se emborracha". En los otros casos son personas anónimas cuyo único mérito para aparecer en cámaras es que están alcoholizadas. Y no están ahí precisamente por la gravedad de ese hecho, sino porque resulta divertido. Ya a esta altura, creo que es preocupante.
O´Neill, un fenomeno
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