Para mí, un delirio
Terminé de ver "The Leftovers" (HBO) y si lo hice hasta el final fue porque quería saber hasta dónde llegaba el disparate y, más que nada, cómo terminaba. Cuando la serie empezó, el planteo me resultó interesante: un día equis desaparece misteriosamente el 2 % de la población mundial y los que quedan no encuentran respuestas a lo sucedido. Como creadores, Damon Lindelof, responsable de "Loft", era una tentación, y Tom Perrotta garantizaba cierta calidad. La primera temporada dejó en claro que la historia estaría llena de simbolismos y cosas a interpretar más allá de lo que se veía en pantalla. Ya en la segunda la cosa empezó a ponerse bastante disparatada. Ojo, que capaz que yo no entendía todo lo que había detrás de, por ejemplo, gente vestida de blanco fumando a más no poder y negándose a hablar. O de una mujer que, para aliviar la pérdida de una hija, se compraba una cama elástica, y saltaba, saltaba y saltaba. O que el protagonista empezara a atravesar umbrales metiéndose en una bañera. Y cuando llegué a la tercera temporada para mí el delirio fue total, con Kevin (Justin Theroux) apareciendo como un posible nuevo Jesucristo, y escenas muy locas en las que un hombre se desnudaba totalmente para en un submarino poder estirarse bien para apretar dos botones al mismo tiempo y así desatar un desastre... Repito, quizás yo no supe interpretar lo que me estaban queriendo decir. Pero lo que más me sorprendió de todo es el capítulo final. Después de tanto delirio, me encontré con el cierre bastante convencional de una historia de amor. Después de muchos años, la pareja protagonista se vuelve a encontrar en Australia y Kevin hace todo lo que puede por reconquistar a Nora (Carrie Coon), que en el capítulo anterior se había metido en una extraña máquina para reencontrarse con sus hijos, parte del 2 % de desaparecidos. Todo -o casi- lo que sucede en ese episodio final parece de otra serie, es una historia de amor bastante normal que se cierra. De todas las locuras y cosas inexplicables que aparecieron en los capítulos anteriores, nada. Ni una explicación más, ni un mensaje religioso más. Por lo menos, yo no lo percibí. Si me atajo en toda esta columna es porque realmente me parece que hubo gente que sí vio algo en esta serie porque seguidores y defensores tuvo. Yo les pido disculpas, pero yo la tomé como un completo delirio.
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