Ser estrictos con respeto

Mañana es la final de "Bake off Argentina". No he visto el programa de principio a fin, pero lo he seguido varios domingos. Es uno de los tantos realities de competencia gastronómica, con concursantes llevando adelante preparaciones para ver cuál es el mejor. Bien hecho y bien conducido por Paula Chaves. Pero lo que me interesa destacar en esta columna es la actitud del jurado. Damián Betular, Christophe Krywonis y Pamela Villar son tan exigentes como la pastelería lo determina. Es sabido que se trata de una rama de la cocina donde se exige la perfección para que las preparaciones salgan bien. Lo que destaco es que, sin dejar de ser exigentes y corregir a los participantes, lo hacen con mucho respeto y altura. No caen en la agresión, la "cara de perro", ni la autosuficiencia ante los competidores. ¿Y por qué digo esto? Porque pasa exactamente lo contrario con "MasterChef Uruguay". Veo poco la tercera temporada, pero cada vez que lo hago compruebo que Sergio Puglia, Lucía Soria y Laurent  Laine siguen con esa postura antipática, agresiva y de superioridad marcada frente a los cocineros participantes que, recordemos una vez más, son amateurs. El destrato es el común denominador y me parece que no es necesario. Se pueden marcar errores o discrepancias sin agredir al otro. Krywonis, Betular y Villar son un claro ejemplo de ello. Y no dejan de imponer autoridad por ser amables, simpáticos y cordiales con los competidores. Falta un programa y no creo que la cosa cambie aunque se trate de una gran final. En "MasterChef Uruguay" aún falta mucho y "la política del terror" ya parece ser una característica que no pretenden abandonar. Una pena. 

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