Retirarse a tiempo
Un típico problema de las series que causan gran impacto y adhesión en su temporada de estreno es que, para mantener ese nivel de sorpresa y convocatoria, terminan sobrepasando los límites más allá de lo esperado o tolerable. Quizás sea lo que está ocurriendo con "House of Cards" y "Orange is the New Black", dos buques insignia de Netflix. Drama y comedia golpearon fuerte y de forma efectiva en su primer año. Eso los llevó a tener muy buenas críticas, cosechar millones de espectadores y ganar varios premios. Muy merecido todo, pero también fue el nacimiento de la presión. La necesidad de mantenerse bien arriba y no defraudar los ha hecho incurrir en tramas y situaciones que los colocan al borde del ridículo. Para "Orange is the New Black", el hecho de ser una comedia le serviría como aliciente o excusa. Sobre todo en este quinto año, en el que todo ha sido dominado por un motín carcelario demasiado loco y absurdo. Se extraña un poco la serie en la que las historias de las presas cuando estaban fuera de prisión se mezclaban acertadamente con lo que les ocurría tras las rejas. El recurso se mantiene, pero no es tan marcado como en temporadas anteriores. Pero bueno, el género le permite esas libertades y le concede la posibilidad de dar marcha atrás o cambiar. Muy distinto es el caso de "House of Cards". Ya muchos vieron con cierto recelo que en la primera temporada el entonces aspirante a la Presidencia de los Estados Unidos, Frank Underwood, matara sin pruritos a una periodista arrojándola a las vías de un tren. Fue quizás el momento más loco, todo lo demás que el político y su esposa hicieron en pro de alcanzar el máximo poder entraba dentro de lo que podría ocurrir -y ocurre- en el ámbito político. Pero con el correr de las temporadas, esta pareja de ambiciosos y despiadados políticos pasó a hacer cosas que ya rayan en lo ridículo. En esta última temporada se los puede calificar de dos perfectos asesinos a sangre fría sin ningún tipo de remordimiento. Un poco mucho aunque cuenten con un séquito dispuesto a inmolarse por ellos para que salgan indemnes de todo daño que hubieran cometido. "House of Cards" es un drama con base en lo que puede ocurrir en la vida real, por eso tiene mucho menos margen de maniobra que "Orange is the New Black". No puede disfrazar los errores o pegar volantazos inexplicables como podría hacerlo una comedia. Es entonces cuando surge la pregunta de si no es tiempo de poner punto final para evitar una retirada poco acorde con lo que fue la brillante llegada a la pantalla. ¿Estas series deberían terminar? Por lo ya expresado, "Orange is the New Black" tiene cómo volver a sus orígenes o buscar caminos más atractivos. En tanto para "House of Cards" no veo salida, se metió en un túnel en el que no es posible la marcha atrás, solo le queda encontrar la salida intentando que sea lo más luminosa posible, pero siempre pensando en decir adiós. Retirarse a tiempo, que le dicen, para que la recordemos como se lo merece: una serie que marcó merecidamente esta década.
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