El lunes pasado se conoció la noticia: Narda Lepes terminó su labor en "MasterChef Profesionales". O sea, lo de la chef argentina era solamente participar de la selección final de participantes, nada más que nadie le avisó a la audiencia. Todos nos creímos, porque así lo daban a entender las promos -incluso las de la campaña expectativa-, que se sumaba un cuarto jurado de lujo para acompañar a Lucía Soria, Sergio Puglia y Laurent Laine durante toda la temporada. Pero no, el trío continuará solo hasta el final, más allá de que Narda se pueda dar una vuelta en alguna emisión. Desilusión para muchos, que esperábamos que la cocinera aportara algo distinto a un formato que ya venia en el lógico camino del desgate. La tercera temporada pasó casi desapercibida si se compara con las dos anteriores y eso no es una crítica, es algo por lo que pasan todos los programas. Por eso es necesario inyectar cambios y novedades, y Narda Lepes era un golpe de muy alto efecto. Por eso enoja un poco -o bastante- enterarse de que era algo transitorio, solo para arrancar. Uno se siente engañado porque se estuvo dando a entender otra cosa, las reglas no estuvieron claras desde el vamos. Y es probable que los que se acercaron a "MasterChef Profesionales" por este gancho, no sigan sintonizando el programa porque lo que sigue aparenta ser "más de lo mismo". Lo que uno imagina como distinto es que si los tres jurados ya "se hacían los malos" con unos pobres amateurs (cosa que ya estaba disgustando a muchos), no quieran imaginar lo que les dirán a los profesionales. Y sin Narda, se va buena parte de la gracia de jugar a ser exigente por demás. Entiendo que cuestiones de presupuesto o de agenda puedan haber determinado que la cosa fuera así, en cualquiera de los casos creo que se debió informar debidamente al público. Es el que más merece respeto en esta interacción y se lo engaña. Una pena.
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